Oeste

Creí estar enamorada en más de una ocasión, añoré con deseo a mi amante, sonreí al ver la mirada de quien me besaba, disfruté el sexo pensando que era sublime, gocé los abrazos de pecho frío, sonreí, mis pasiones eran abatidas, me conformé con recompensas creyendo que era ternura.

Lloré los silencios, me angustié por las ausencias, sufrí los desaires, sofoqué el sufrimiento, fui domesticada y reducida, perdí mi autoestima, deduje que el maltrato era cariño, olvidé mis aficiones, abandoné mi temple, extravié mi naturalidad, deseé la muerte, la busqué; corrí para encontrar consuelo, me narcoticé, sucumbí en cada partida.

Forniqué con seres divididos, me entusiasmé con ellos, se prendaron de mí, me deshice de ellos, se aferraron a mí, me utilizaron, los usé. Fui víctima y victimaria. Desdeñé al amor. Dejé de sonreír.

Ocaso (mi visión)


Nunca me sentí maltratada, me percibía afortunada de que un hombre tan sofisticado, inteligente y seductor me dedicara el tiempo que le sobraba, el mismo hombre que cuando estaba aburrido me escribía y en cuestión de minutos yo tocaba a su puerta. 

Ganarme una palabra de cariño me resultaba meritorio, pues él no regresaba con sus exparejas o salía con mujeres mucho mejores que yo, porque estaba conmigo. No nos podían ver juntos porque me cuidaba del daño que me pudieran hacer por estar con él. Tomarme de la mano tampoco estaba permitido, porque en muchos lugares lo conocían y no quería dar explicaciones a personas que no le importaban. Agradecí todos sus gestos de interés.

Siempre fui muy tonta, fea, descuidada, boba, sin gracia, nunca le caía bien a la gente, mis ideas eran vulgares, tan vulgares como lo era yo. Mis gustos musicales eran corrientes, como yo. Siempre elegí malas películas, el arte era aburrido. En esa casa, en esas vacaciones, en ese auto, en esa vida: estaba prohibido leer.

Oscuridad (sus palabras)


¿Por qué corres?, ¿por qué haces ejercicio?, ¿para qué te cuidas?, ¿por qué estudias?, ¿por qué buscas hacer cosas nuevas?, ¿por qué te vistes así?, ¿por qué usas el tiempo que deberías de estar conmigo en hacer otras cosas?, ¿por qué no te puedes quedar quieta?, ¿para qué usas tacones?, ¿por qué no te duermes a las 4 de la mañana y te despiertas a las 13 horas?, ¿para qué ves a tus amigas?, ¿cómo sabrás que ya cambié si no me das otra oportunidad de demostrarlo?, ¿cuánto me vas a pagar por estar aquí?

Eres básica como una playera blanca de algodón. Odio a tu conejo porque le pones atención. No te compliques y mejor renuncia. Eres débil. No eres muy inteligente que digamos. No hables. Tú no te bañes, pero yo ya me bañé. El cajón de la esquina del fondo y hasta atrás, ahí puedes dejar tus mugres. Cualquier mujer estaría muy feliz de estar en tu lugar. Eres como un gato, me dejas tus pelos en todos lados. Duérmete o quédate quieta. No me toques estás fría. Te amo más que tú, yo nunca te he mentido ni engañado como tu lo haces. No te presento a mi familia ni amigos porque no quiero problemas. Me da pena conocer a tu familia y tus amigas no me interesan. Tengo una fila de mujeres que darían lo que fuera por estar en tu lugar.

A veces no solo te extraño, te conviertes en una necesidad para mi. Yo ya te elegí la mujer de mi vida, después de ti no habrá nadie más. Si decides irte de nuevo, no regreses. Te he perdonado lo que ni a la madre de mi hija le perdonaría, y es la madre de mi hija, ganaría más estando con ella. Somos el uno para el otro, nunca encontraras a alguien que te ame como yo. 

Me cambiaste por un güey greñudo de moto mientras yo te veo en cada rincón de mi departamento, te escucho en todas las canciones y te veo en los programas bobos que te gustan. Me dejaste por uno que te habla bonito, que te escribe o te llama. Me olvidaste por quien te da obsequios, te toma de la mano y a cada minuto te dice que te quiere. No apreciaste mi amor solo por no ser convencional, pero eso no quiere decir que no es verdadero. 

Coger contigo es muy difícil, siempre quieres que sea como a ti te gusta. Invariablemente te mueves, no me dejas hacer nada. Tardas mucho en venirte. No me gusta así. Quédate quieta. Voltéate. Me excitas tanto que desde la primer metida ya quiero eyacular. Te toca, pero apúrate. Ya es suficiente, si no lo deseas no vuelves por más.

Tú solo necesitas abrir las piernas para conseguirte a cualquier pendejo.

Alba


Nunca me vio a los ojos o me beso mientras teníamos sexo. Nunca me sentí reflejada en su mirada, jamás noté amor en sus ojos, era como si no tuviera alma. A su lado solo escribía de dolor, creyendo que era amor puro y vehemente.

De nuevo, él me dejó. Fue más hiriente y grosero, provocó mi llanto incontrolable, arriesgó mi vida, le supliqué que se quedara conmigo, que sería más buena, más inteligente, más bonita; que estaría a su nivel; que dejaría de pedirle cariño, si no me quería ver, hablar o escribir estaría bien; que jamás le volvería a pedir un beso y menos sexo. Me arrodillé ante él, me despreció.

Me sentía muerta, me juzgué vacía, incompleta, triste, solitaria, inútil, mediocre, imbécil, débil, rota… 

Lloré trescientas lagrimas de cada ojo, vomité amargura, perdí el concepto del tiempo, las tinieblas fueron eternas. Dejé de sentir, desistí de llorar. Desaparecí por meses. Me busqué placebos. Me aventé a un vacío. Lo soñé más de 10 noches, en mis pesadillas tampoco estaba conmigo. Sufrí como nunca.

Amanecer


“Necesitas abrir las piernas para conseguirte a cualquier pendejo” esta frase me obligo a reaccionar. Realmente, desperté del letargo. 

Comentarios

  1. Me dejaste sin palabras, lo más claro que he visto tu alma a través de la pantalla, me encantó; difícil reconocer la dura verdad, pero en eso también hay el valor de percibirlo y desafiar toda lógica hasta ahora...
    Simplemente perfecto...
    Besos y abrazos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Una noche más

Vacaciones

La mañana en la que nunca amaneció