No estoy rota, estoy hecha de remiendo de muchos tipos de tela. Soy un mosaico de historias.


Me tomó 3 meses despedirme de ti. Me rompiste, lo permití y, aun así, seguí. Mi amor fue la unión de nuestra relación. 

Me sentí de nuevo insuficiente, poco valiosa, muy insegura, ¿por qué no soy suficiente para él? ¿qué me hace falta? Acepte más culpas de las que en realidad eran mías. Me volví dependiente de ti, de tus necesidades, tus molestias, de tus gustos, de tu humor, aplazada de mí.

Me enamoré, de todo lo que aparentabas, de tus palabras, de tus acciones, de tus proyectos, de intentar verme tomada de tu mano hasta nuestro último día; creo que me enamoré más de las ilusiones que puse sobre ti, que de quien en realidad eres.

La primera vez que estuve en tu cama, con esa lámpara extraña que iluminaba tu rostro, el temor de enamorarme, de volverme a equivocar y de fallarme una vez más, se reflejo en tu cara: diferentes mascaras se develaron ante mi, fuiste un anciano, un joven, una mujer, un hombre poco agraciado, una sombra, un espíritu; ese momento me provocó miedo y angustia. No quise ver la bandera roja cósmica.

En esta ocasión estoy muy cierta de que yo no fui la que actuó mal; hace tres meses me dijiste que no te sentías escuchado, que me veías insegura de nuestra relación, que mi pasado no nos permitía crecer cómo pareja. Al ver que tenías razón, traté de pasar por alto que estabas en una aplicación de citas, que negabas tener novia, que salías con más mujeres, coqueteabas con todas las que te lo permitían y que tal vez te habías acostado con otras.

Ese día me dediqué a mejorar, me apoye en mi lado espiritual, me entregué al espíritu infinito; me puse en sus manos, le pedía que me ayudara a ser mejor persona, que me quitara esa carga de dolor, que si tú eras para mí, me permitiera estar a tu lado, confiar en ti y ser feliz; si no éramos nuestro destino, que te apartara de mi camino.

Ayer a 90 días de eso, lo volviste a hacer. De nuevo en una aplicación de citas, buscabas que te vieran, que te dieran lo que no tienes: valía. Yo te di lo mejor de mí y no me arrepiento, en ese tiempo crecí mucho, tanto así que hoy me duele mi corazón roto, pero no sufro por lo que perdí, porque en realidad tú me perdiste a mí. 

¿Por qué lo haces?, ¿tan baja autoestima tienes que necesitas a más mujeres que te digan lo que quieres escuchar?, ¿prefieres muchos “match” a un amor de verdad?, si me amas, ¿por qué elegiste lastimarme? Solo te pedí que fueras leal y fiel, ¿por qué no pudiste?

La decepción lacera. Para mi eras un hombre espectacular, muy por arriba del promedio, te admiraba en todos los sentidos; se te cayó esa mascara y lo que vi fue a un humano con muchas batallas no resueltas, que predica autenticidad y solo es un narcisista más. Que es tan pobre de alma que busca la aprobación en todas partes. Y no es merecedor de una buena pareja.

Te creí, creí en ti, en tus proyectos, en tu autenticidad, en tu fidelidad. Cada día quise callar a los demonios de mi cabeza que me decían que ese no era el camino, que no eras sincero, que seguías mintiendo, engañando y lastimando. Hoy descubro que no eran demonios, era yo cuidándome y no escuchándome, por eso estaba tan ansiosa, angustiada y triste todo el tiempo.


Comentarios

  1. Hijoles qué bonito escribe, oiga me va a crucificar boca abajo y me lo merezco, le perdí la pista totalmente por pendejo, no hay excusas, y es que sigo un blog con el mismo diseño que el suyo (http://blutenfurmir.blogspot.com), espero todavía se acuerde del viejo y estúpido conejo sin cerebro que le hizo una entrada por el ten yirs shalensh, no perdón, el hashtac ten yirs shalensh, ora sí la sigo bien seguida ya guardé su página en mis marcadores más importantes de los importantes por ser importantes o sea ora sí no hay pierde, disculpe mi ausencia y seguimos aquí.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Claro que te recuerdo y me alegra mucho saber de ti, yo he andado por acá sufriendo para escribir o escribiendo porque sufro... como sea, no hay que perdernos la pista. Sigo siendo tu fan.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Una noche más

Vacaciones

La mañana en la que nunca amaneció