Ella me gusta mucho
Recostados boca arriba, ella a mi lado, ambos con los brazos a nuestros costados. Estaba ahí, desnudo, húmedo, agitado aún, no podía creer lo que acababa de suceder. Hace mucho tiempo no me sentía de esta manera, quería besarla, poseerla de nuevo, acariciarla, admirar cada detalle de su exterior. Ella sonreía, se notaba complacida.
- Llevaba mucho tiempo sin tener relaciones, ¿se notó?, lamento si no duré lo suficiente, pero no pude aguantar más, ¿tu cuánto tiempo llevabas?, ¿te gustó?, ¿Te molesta la luz prendida? ¿cuántos tatuajes tienes? ¿te dolieron? Si estoy nervioso empiezo a hablar y a preguntar mucho, lo siento, también me disculpo mucho, lo siento, ves, lo hice de nuevo...-
Ella soltó una carcajada, se recostó boca abajo apoyada en sus antebrazos, me miró muy serena y me dijo: - todo ha sido maravilloso, no te preocupes por nada, estoy encantada, me gustas y esto me fascinó, eres más guapo sin ropa-.
Su respuesta me causo un sentimiento extraño, no sé explicarlo, hace tiempo que no lo experimentaba, fue como un calor en el pecho y una sensación como de hambre en el estómago, culminó en una sonrisa. Creo que ella me gusta más de lo que imaginaba.
- Me tengo que ir, quisiera 5 minutos más contigo que durarán horas, pero, en fin, muchas gracias. Espero volvamos a vernos-.
Ella siguió recostada en la cama, apenas cubierta por la sábana blanca con olor a detergente corriente; me quité los calcetines y me duché rápido, espero el olor a “jabón chiquito” no sea muy penetrante.
- ¿Piensas quedarte?, ¿no te vas a enjuagar o bañar?, disculpa que no te pueda acompañar a tu casa, pero te acerco lo más que se pueda-.
Hizo una mueca como de berrinche, desagrado, molestia y una media sonrisa, me respondió con un tono de voz diferente a todos los que ya le había escuchado.
- No te preocupes, yo sé andar sola, no me quiero bañar, mi cabello tarda mucho en secarse y, bueno, yo no tengo que ocultar nada, oler a tu cuerpo y cama no me resulta desagradable-.
No supe que responder, seguí vistiéndome y revisé mi celular que había puesto en silencio para que no nos molestaran, a quién quería engañar, ninguna llamada perdida y ni un mensaje. Ella también lo revisaba, de reojo pude ver que tenía muchas llamadas perdidas al igual que mensajes, pude leer el último: “preciosa, te extraño, deja de darme largas y ya déjame verte”. Ella hizo de nuevo esa mueca, la media sonrisa, logré escuchar entre murmullos que dijo: “idiota”. Bloqueó y guardó su teléfono.
- ¿Nos vemos en clase? De verdad me gustas mucho, trabajo todo el día y los fines de semana aprovecho para hacer mis cosas, pero nos podemos seguir viendo en clase. Y cuando se pueda, yo pueda y tu puedas obviamente, podemos ir a tomar un café o al cine tal vez-.
Creo que cada vez me hundía más y más en un hoyo sin fondo. Solo sonrió tiernamente, me acarició el rostro, me besó la mejilla y asintió con la cabeza.
Cuando estudiaba en la escuela militar de ingenieros y me invitaban a fiestas, siempre me emborrachaba, pues era más fácil no bailar porque estaba borracho que porque no sabía. Fue la razón por la cual a 15 años de haber egresado, decidí meterme a clase de baile, ahí la conocí, iba acompañada, pensé que era su marido, pero resultó ser su hermano. Es guapa, aunque más bien, es interesante, de esas mujeres que te hacen pensar que nunca se fijaran en ti, sin embargo no están tan fuera del alcance como para no intentarlo. Sinceramente me gustaban sus piernas, ahora que la tuve desnuda entre mis brazos y sus piernas en mis costados, me gustó más.
No le mentí, mi trabajo es muy demandante, en la base tenemos horarios muy estrictos, trabajo de lunes a sábado y los fines de semana compro mi despensa y realizo las tareas de la casa, además de lavar y planchar mis uniformes. Llevo un rato con esta dinámica, no podría cambiarla de la noche a la mañana, sobre todo porque apenas la estoy conociendo, me gusta mucho, pero prefiero mi espacio, mi tiempo.
Pongo pretextos, hoy pude quedarme con ella abrazados toda la noche y mañana salir directo a la base, ahí tengo un uniforme y calzado; pude no bañarme y conservar nuestro aroma como ella lo hizo, pero no quiero oler a ella y no tenerla a mi lado.
Hoy no la vi en clase, tampoco ayer ni la semana pasada. No le pedí su número y nadie me sabe dar razón de ella. Tal vez ya aceptó salir con alguno de los que la buscaban por teléfono, tal vez solo no le gustó estar conmigo, tal vez perdí la oportunidad de compartir con una mujer excepcional, tal vez solo lo imaginé y ella nunca existió.
¡Deje de escribir tan chido! carajo, engancha, pero bonito o sea así sí da gusto leer puesn, todos los sentimientos ahí sin embargo lo que más me encancha es lo que está en la cabeza del otro, qué bonito carajo y qué feo también y bueno ¿qué digo?, sigo con mi postura de que asté comagre debe escribir la secuela de la película que le conté un día, no visualizo a alguien más haciéndolo, ESTOS textos que usted pone son perfectos, así como están, no les falta ni un punto ni una coma carajo qué bonito.
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