Disociada

- Hola, ¿cómo estás?

    Muy bien gracias, ¿qué milagro?, hace años que no sé de ti, ahora hasta me llamas, qué raro.

- ¿Qué dices? te acabo de ver hace un par de meses, no te había escrito porque me suplicaste que no lo hiciera, me sorprende que no me bloquearas y más que me respondas.

    No te entiendo.

- ¿Ya no recuerdas nuestra tarde en Tlalpan? Mencionaste que lo olvidarías, pero sinceramente no lo creí y eso que soy psicólogo.

    Lo siento, no lo recuerdo de verdad, me ayudarías mucho, dime qué paso, por favor, tengo un día borrado de mi memoria, en realidad tengo un par de días de los que no tengo memoria ¿Cuándo te vi?, ¿qué hicimos? ¿qué hice?, ¿por qué te pedí que no me buscaras? 

- Sí tengo que comentarte porque eso lo tienes que trabajar en terapia. Tu tono de voz de hoy no es el mismo que ese día escuché, eso me llama mucho la atención, qué mal que no puedas ser mi paciente.

    Ya dime por favor, estoy en el trabajo, no tengo tanto tiempo y me angustia mucho. 

- Está bien nenita, yo te escribí por Instagram, siempre te había escrito, nunca me respondías, nos vimos un lunes de julio, yo te pedí cerrar eso de lo que me quedé con ganas, ya sabes hacerte el amor, siempre me has gustado y leer la iniciativa de tu parte me sorprendió muchísimo y bueno...

    Sí. Ya recuerdo.



Llegué media hora antes de lo acordado, le escribí que lo esperaba adentro, que él pagara la bebida, algunas bebidas energéticas, así como lo escuché, sería una tarde muy intensa y desgastante; también le pedí botana, yo no tenía hambre, pero necesitaríamos algo de comer.
Desde una semana atrás ya no era yo, me había roto de nuevo, mi ego se apoderó de mí, sonrisa cínica, recuerdo poco de esos días, me dediqué a ordenar mi recámara, hacer ejercicio y destruirme lentamente. "Suéltame, déjame, quiero ser libre, quiero volar". Soy intensa, pero nunca me consideré como una persona que atara, hiriera o cortara las alas. Me sentía destrozada, fue la primera vez que alguien terminaba nuestra relación por estas causas. Yo no mentía, no era infiel, no jugaba, estaba comprometida con mi pareja, al menos eso creía.

Quería emborracharme, drogarme, masturbarme, coger con quien fuera, deshacerme de mis sentimientos y pensamientos, dejar que lo fácil, superfluo y banal se apoderara de mí. Ya estaba rota, ¿qué más daba estar más jodida?

Entre en una habitación, segundo piso, vista al estacionamiento, iba en moto porque el plan era coger no que un tipo que apenas había visto una vez en la vida me llevara a mi casa. Acomodé mis cosas, me quité la chamarra, los zapatos y me acosté en la cama. Revisé mi celular, sin llamadas, sin mensajes, solo uno que decía: “nenita, llueve un poco, ya voy para allá, pasaré por los cigarros y el whisky que me pediste. También llevo unas hamburguesas y muchos condones, yo te cuidaré y consentiré; creo que necesitaré energía para satisfacer a una mujer como tú”.

“Una mujer como tú” ¿Qué significa eso? ¿Qué es ser una mujer como yo? Una mujer dispuesta a acostarse con un tipo mayor que ella por 15 años que no le atrae en lo más mínimo, pero lo hará porque tiene el alma dividida; una mujer que se mensajea con un joven 18 años menor, ya que platicar con él la hace sentir “especial y atractiva”. Esa es una mujer como yo. Esta ya había sido, esa ya fui, esta regresó.

Han pasado 20 minutos, ¿le dije bien el número de la habitación? Ni siquiera yo lo sé, en fin, si no que me llame.

Tocan a la puerta, miro por el ojillo, es él. Lo recordaba más delgado y alto, también su sonrisa la tenía presente como más linda, no tan amable si no seductora. 



    Pasa, te estaba esperando, no conocía este lugar, es agradable, muy silencioso.

- Sigues muy guapa, cada día mas, estoy muy sorprendido de verte, de que me hayas respondido los mensajes y que me dieras la oportunidad de disfrutar de ti.

    Aquí hay vasos, abre el whisky por fa y sírveme, así solo, es que ya tengo un poco de sed.
Me quiso besar, me hice a un lado, su aroma no me agradaba, me repelía su perfume.
Espera, necesito un poco de valor, esto no es algo que yo acostumbre, es más, ni siquiera estoy muy convencida de estar aquí.

- Nenita tu aceptaste, no te estoy forzando a nada.

    No he dicho nada de eso, son mis ondas en la cabeza. Sabes, posiblemente esto no lo recuerde mañana, incluso no sé si saliendo de aquí sabré dónde estuve. Te puedo pedir un favor enorme, no me llames de nuevo, no me escribas, no me preguntes cómo llegué a casa, si lo disfrutamos recuérdalo, ten por seguro que no volverá a suceder.

- ¿Cómo que lo olvidaras? ¿Tan malo crees que será?

    No es eso, soy yo. Cuando termine este capítulo que no quiero vivir, regresaré a ser la de siempre, no soy esta que ahora vez. Te lo digo porque eres psicólogo, me disocio en situaciones así, no es que tenga varias personalidades, soy solo una, aquí estoy con la coraza más fuerte que tengo, con ella tengo el valor y la desinhibición que nunca conseguiré por mí misma. Cuando termino, no recuerdo nada, más sin embargo me siento más tranquila sin dolores en el alma, aquí estoy rota, mañana estaré completa, ves toda mi oscuridad, saliendo de aquí regresaré a mi luz. 

- Ay mujer, que interesante eres, me encantará pasar esta experiencia contigo, que lástima que lo olvides o que yo solo te sirva de desquite. Lo que sea, los dos salimos beneficiados. ¿te sirvo una copita, bueno un vaso de plástico con whisky? Por cierto, eres hermosa.

    Sí gracias, que sea doble, es decir, casi lléname el vaso.



Me senté a la orilla de la cama, tenía manos y pies fríos, me solté el cabello; él me dio el whisky y se inclinó hacia mí; me quería besar y de nuevo lo rechacé.



    Déjame entrar en ambiente, aún no estoy lista, de verdad no es fácil.

- Muy bien nenita, ya te esperé más de tres años, unos minutos más no harán la diferencia. ¿Quieres comer antes?

    En realidad, no tengo hambre, prefiero otro whisky doble.

- Te sirvo, tranquila, así no vas a sentir nada y no quiero hacerlo con una mujer inconsciente.



De camino a ese lugar estaba convencida de lo que quería hacer: coger y coger. Él me había prometido sexo incomparable, donde mi placer era lo único que le importaría, por su edad, esperaba que tuviera experiencia, tacto y técnicas. No lo dudé mucho. 

En esa habitación fría ya no estaba segura, temblaba y sentía un poco de repulsión por él, no era un tipo desagradable físicamente, aunque no me atraía ni en lo más mínimo. Recordé las bondades de mi profesión e inicié una charla que parecía una entrevista; las personas, sobre todo los varones, se sienten encantados cuando se les pregunta y escucha con atención.

Llevábamos 2 horas y media, hasta el momento lo estaba manejando bien, empezaba a preocuparme que la charla le cansara y ya quisiera tener sexo. Mis alternativas eran masturbarlo, hacerle sexo oral y la última opción dejar que él hiciera lo que quisiera, total, ya estábamos ahí.



- Vas a la mitad de la botella nenita, yo solo he tomado un whisky sencillo, ¿cómo te sientes?

    Excelente. Aunque… perdóname, no puedo hacer lo que teníamos planeado, no me siento bien, no es el alcohol, no quiero, no puedo; de verdad lo siento, te pago lo que gastaste, aunque tu tiempo no lo puedo compensar.

- Me lo imaginé desde el momento en que no permitiste que te besara. No lo esperaba, en verdad me tienes sorprendido, si esta es una técnica de seducción, lo has logrado, te deseo más que antes, muero de ganas de hacerte el amor, ahora mucho más que antes, siento como si mi pene fuera a estallar. Te entiendo. Es mejor salir de aquí ¿te quedarás?

    Gracias por comprender, ¿te quieres masturbar? Me voy al baño unos minutos y te doy privacidad. 

- Ja, ja, ja, no gracias, mejor me retiro antes de que llueva más, ¿te quedas?

    Sí me quedo, espero que calme la lluvia. Gracias y por favor, lo que te dije de que no me buscaras, sigue en pie.

- Así lo haré, no siempre se gana, gracias por la charla, pese a todo, me siento contento. En todos mis años, jamás me había pasado algo así; por cierto, si quieres que te recomiende un psicólogo solo dime, no está bien eso de que te disocies. 



Se marcho con la cabeza abajo. Me quedé en esa habitación de hotel, me quité la ropa, seguí tomando, ahora directo de la botella. Me masturbé 3 veces seguidas. Pensé en visitar al hombre que había terminado conmigo. Me comí una de las hamburguesas que dejó el hombre que se había marchado. Vomité. Tomé agua y 1 bebida energética. Miré por la ventana, la lluvia había calmado, salí de la habitación.



- Nenita, no cumplí eso de no llamarte, sigo pensando en ti, desde ese día no puedo dejar de hacerlo. Me tienes loco, lo que no entiendo es cómo pudiste borrar algo que nunca paso. Comprendería que hubieses olvidado si tuvimos relaciones, en ese caso, tu escudo entrase perfecto, pero si no pasó nada, ¿por qué no lo recuerdas?

    Escucharte me hizo recordar, fuiste el detonante. No lo sé, tal vez vergüenza, no lo sé de verdad, es muy confuso todo. Sobre lo otro, sácalo de tu cabeza, no sucederá nuca, discúlpame.

- La esperanza muere al último. ¿Un café tal vez algún día? Gracias por atender mi llamada, cuídate y que estes muy bien.




Comentarios

  1. ¡AYYYY qué cosa! me pasó una vez en Celaya Guanajuato casi puedo leer a la chica en cuestión con la misma voz, no sé qué más decir, guau, carajo me deja pensajdo ¿me ha estado espiando sin que yo lo sepa? hahaha pos es que hasta pelos y señales me dio con su texto de hecho hasta las hamburguesas le atinó en mi caso. Quiero volver a leer "El fin de la locura" de Volpi, sus textos enganchan (los de usted, los de Volpi también pero hablaba de sus textos suyos de asté haha).

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